La Sabiduría "G"

         No se trata del dichoso punto de la dicha, aunque se esconda tanto como los verdaderos sabios. No. Se trata de un señor tan público y dadivoso que nos acompaña cada día y nos saca de atolladeros o nos puede meter en otros si combinamos las teclas incorrectas.

         Para citar su nombre se escuchan sonidos tan dispares que podrían parecer la onomatopeya de una gárgara hecha con brebaje de abuela salvadora; o el glu-glú de un bebedor que no se detiene hasta vaciar la botella; o las voces postreras de un ahogado en su líquido final. Bueno, para no darle más vueltas a la lengua en su cubículo, el tal señor no es otro que Mr. “go͞ogəl” en el más correctísimo english from California. O Gúguel, en el más manchego de los acentos. O Gúgle, en dicciones más internacionales. Se trata de Mr. “G”, el omnisciente, el que todo lo sabe y el que todo lo quiere saber. El que nos espía porque nos dejamos espiar, el que nos mira porque le damos permiso de que lo haga.

         –¿Dónde vive, qué desayuna?

         –Y a usted qué le importa.

         –Pues si no hace “click”, señorita, señorito, usted...

         –Ah, bueno, así sí.

          Ese ser, que tiene un cerebro del tamaño que lo eleva a la jerarquía de deidad, se sirve de la virtud de la bondad y nos ofrece lo más espléndido y lo más ruin que produce la humanidad. Barra de búsqueda: idioma guatemalteco en vía de extinción, igual, 194.000 resultados en 0,53 segundos. Barra de búsqueda: foto de modelo desnuda, igual, 8’498.000 resultados en 0,46 segundos. Y no sólo su señoría “G” tiene la facultad de ofrecernos recreo y conocimiento, sino que en el caso del segundo, nos lo podemos arrogar y ponerlo al servicio de nuestro prestigio, palabreja que entre otras acepciones tiene que ver con la ilusión, con el engaño.

         Por ejemplo: dos amigas y un amigo quieren comer algo sentados en un café con muchas clases de leche y otras tantas de café.

         –Ayer pedí uno con pan de trigo sarraceno, estaba buenísimo –dice la primera.

         –Nada como el de espelta –replica la segunda. El tipo, que también quiere un sándwich, finge ver un mensaje en su móvil y en 0,40 segundos su cultura general gana los puntos suficientes y gracias a su buena memoria enlaza la conversación:

         –Yo prefiero el primero; ¿sabían que también se le dice alforfón? (Fagopyrum esculentum). Es una planta anual de la familia de las poligonáceas cultivada por sus granos para consumo humano y animal…

         Por ejemplo dos: un padre ante el computador, un sábado en la tarde. Su hija hace las tareas del colegio.

         –Papá ¿qué es pusilánime? –requiere desde su habitación.

         –¿Quéeee? –pregunta y gana tiempo para teclear; a él le suena la palabrita, pero…

         –Pu-si-lá-ni-meeee.

         –Ah, pusilánime –0,32 segundos–. Pues cuando alguien es como temeroso, asustadizo, que no tiene valor para ciertas cosas ¿me entiendes? –dice con la naturalidad más natural de la naturaleza…

         Gracias “Mr. G”. En vos confío. In “G” we trust.

Esa cosa llamada Democracia

   En el reino animal, sólo al humano se le ocurren sistemas de gobierno ajenos a su naturaleza salvaje, pero se sospecha que éste es el menos deficiente. Democracia participativa, representativa; democracia popular, unipersonal, mimética; o efímera, aerostática y hasta socialmediática.

         Para mostrar algunos de sus frutos, for example, en nuestra acogedora España, perdón Reino de España, monarquía parlamentaria para más señas, hay más de un reyezuelo municipal que gracias al sistema ha gobernado casi desde que la “democracia orgánica” del generalito dio paso a la actual; tantos años al frente, por encima, por detrás, a través y por la gracia del pueblo nos hace, si no sorprendernos, si abrir el cofre de la desconfianza ¿o las arcas de la admiración?

  O presidentes autonómicos como los de Castilla y León o Andalucía con casi una veintena de años al pie del cajón, o Cataluña que tuvo a su President veintitrés vueltas al sol. Electos, claro, clarísimo, ellos tan sólo han ejercido su derecho otorgado por il popolo para administrar su “conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios”, así como define un señor muy sabio en su Diccionario del Diablo a Mrs. Democracy.

         Ni hablar del resultado de la Ex Primera dama de la Unión, que obtuvo más votos que el inclitórico dueño del copete rubio; pero los colegios electorales y sus matemáticas nos han llevado a todos sus súbditos a una especie de egodictadura empresarial que se abre paso cortando cogotes a quien no reverencie sus desatinos. El resultado del voto del campo versus el voto citadino. ¿Democracia ecológica?

         Y si del Yes y del No se trata, los escoceses votaron seguir unidos al reino que ahora quiere sacarlos de Europa; los catalanes votaron Sí para salirse del suyo para resultar que no, entre otras cosas porque el Sí quedó en TalVez y la campaña del No, no existió, no votó; por su parte los colombianos votaron No a la paz porque estamos acostumbrados a la guerra y somos un pueblo democrático con buenas costumbres, tan loables que el presidente Santos y sus aliados dijeron que no, que así no, que Sí. Y sí es sí. Ni hablar de Crimea, que en otro referéndum declaró su independencia de Ucrania y sin pestañear dos veces –como una esferita perdida de mercurio– se unió a MamáRusia.

         Hurgamos otro poco en el saco y encontramos a La Pequeña Venecia, que siguiendo la doctrina política según la soberanía anida en el pueblo, ahora goza de dos presidentes, uno que no se cae de maduro y el otro que no acaba de madurar. Nada igual a la estabilidad de China que desde su Partido –que gana y vuelve a ganar por ausencia de contrincante– dirige con larguísimo brazo izquierdo su capitalismo delirante; o Corea del Norte, donde papi Kim –antes de morir– con todo el derecho (el de morir y el de votar) sufragó en favor del hijo y después de un conteo riguroso sus deseos fueron cumplidos.

         Y así se podrían seguir contando perlas salvajes en este collar tan civilizado, a la espera de una modalidad de gobierno más equilibrada y menos porosa. Mientras tanto hagamos votos porque Demos y Kratos sigan unidos por la etimología y abrazados en lícito contubernio.

Un relato

(Publicado el 7 de junio de 2019

PROTESTAS

        –Hijos de puta revoltosos ¿no tienen más que hacer que joder y cagarse en el mobiliario urbano y la propiedad privada y alterar la tranquilidad de los ciudadanos de bien? Aquí estamos los representantes del orden, tarea que nos encomienda la Constitución y nuestro juramento. Tomen, gases, tomen malparidos, bolas de goma, ojalá fueran de plomo, desgraciados, arrastren a esa, que es la que más insulta, boquisucia; de las mechas, no importa, para que se den cuenta que aquí nada de miramientos. ¿Cócteles Molotov? ¿Para qué creen que estamos entrenados, para el parchís? ¿Piedra? Miren, trajes antimisiles callejeros. ¡Ja! Cabroncitos de barrio bajo que ya ni leen El Capital, saltamuros, robahuevos, subversivos, tomen, chorro de agua para que se bañen las melenas y esos trapos ¡Tome! imberbe, váyase a casa de su mamita a que le dé papilla, antes de que yo le dé por el culo.

        –¿Que por qué otra vez la comida fría? Pues por lo de siempre, por la demora; cuando no es el fútbol con los colegas, es la excusa de las protestas, o quién sabe qué inventos. Me va a tocar hablar con su sargento a ver por qué llega tan tarde y tan sudado; o es que cree que yo estoy sólo para cocinar y atender sus antojos, váyase al carajo, no me lo aguanto más, caliéntese usted la comida o es que es manco; para dar bolillo, porra y bala si tiene alientos. Y quítese ese uniforme inmundo y ni piense que se lo voy a lavar, inútil; y a ver si deja ver algo del sueldo, porque ni eso, qué se ha creído ¿El héroe de la patria? Y a mí ni se me acerque y si no le gusta la comida, váyase a casa de su mamita a que le dé papilla, antes de que yo…

 

Tomado de Cortoletrajes II, libro de relatos en obras.

Háblame de génera

(Publicado el 31 de mayo de 2019

El lenguaje y la naturaleza son machistas. Aclaro. El lenguaje español o castellano y otros romances, y la naturaleza en el reino animal son machistas. ¿Por qué el pavo se pavonea con sus plumas tornasoladas mientras que la pava, parda, cenicienta, mimética, no? ¿Por qué el ciervo exhibe su cornamenta arbórea y la cierva tan sólo unos muñones tristes? Hay respuestas ¿Por qué cuando la maestra agobiada grita “¡cállense niños!” las niñas tienen que callarse también? ¿Por qué el/la periodista que redacta “los presuntos asesinos” no agrega “o presuntas asesinas”? Hay preguntas.

         En los últimos tiempos y en el reciente Congreso Internacional de la Lengua Española se ha removido la olla de la gramática que tanto descalabramos millones a lado y lado del Atlántico. Todes, bueno, algunes, mejor, muches de las personas que luchan por el lenguaje inclusivo, insisten en despojar el paternalismo lingüístico de este idioma que no es otra cosa que un latín vulgar. Eso está bien, y como el uso de la señora @ y la niña “equis” sólo valen para escribir, es legítimo nombrar a la señorita “e” como árbitro en el asunto tanto para escribir como para hablar; ahora, si quienes adoptan esta práctica pueden hacer lo segundo con naturalidad y va en favor del entendimiento, pues adelante.

         Las lenguas crecen en la calle y en nuestro caso la RAE filtra, acomoda, olvida, aprueba o condena. Pero ni la calle puede imponer, ni la señora Academia puede sacar la libreta de las multas. Ella, muy considerada, pone en sus entradas –por ejemplo– m. y  f. o com para designar un sustantivo como masculino y femenino o común. Pero ¿por qué la “eme” primero que la “efe”? diría alguien. Y si en el parvulario aún no se han callado, ¿la profesora debería gritar “cállense niñas y niños” o “cállense niños y niñas” o tan sólo suplicar “¡cállense niñes!?”. Bueno y si las cosas tienen que cambiar, que cambien urbi et orbi podría decir una asociación de futbolistos y parte del gremio de los dentistos, que se sienten –la mayoría– muy varones. O que el gerente de una empresa –muy inclusivo– nombre nueva subgerenta con sueldo menor que el subgerente despedido. Hay respuestas. Y más preguntas. Unas absurdas, otras simplistas como estos párrafos.

         En esas estamos señores sustantivos, señoras adjetivas, señoritas ambiguas, señoritos epicenos; mientras tanto los adverbios, que aunque con máscara masculina son seres asexuados –cosas de Mamá Natura– nos miran desde la placidez del diccionario, tranquilites.

Carta para leer

(Publicado el 24 de mayo de 2019

A propósito de la publicación en Colombia de la novela “Aquí sólo regalan perejil”, la editorial solicitó que escribiera una carta a los libreros, a manera de incentivo para recomendarla a sus lectores. Y como no soy muy de cartas formales salió lo que sigue, que no es más que otro pretexto para promocionar el libro, una y otra vez, como el cansón de la clase, con la terquedad y el pico duro de los pájaros carpinteros.

 

Saludo. 

         Al protagonista de “Aquí sólo regalan perejil” le gustan los libros. Abilio los engulle. Empezó leyendo folletines de vaqueros y algunas revistas indebidas. Le gustan, para leer y para conquistar; leer, y tal vez amar, es lo poco lícito que él puede ofrecer al universo. Es verdad, es un lector anárquico; nadie lo orientó, nadie le dijo: “vea, empiece por estos”; no sabe de autores, ignora movimientos, pero a él eso poco le interesa, porque nadie le dijo que eso debería interesar.

         Al libro y al gusto por leer se llega por distintas vías. De pequeño, su madre le leyó; en el colegio, más que acercarlo, lo obligaron. Y aunque leía todo lo leíble, desde un anuncio hasta la enciclopedia entera de su casa, Abilio llegó a ellos, a los “libros debidos” por la menos pensada; se zampó docenas mientras se refugiaba en un prostíbulo y gracias a la iliquidez de un cliente que pagaba sus polvitos lánguidos con la biblioteca de su padre, aduciendo que eran ediciones espléndidas. Y Miladys, la chica que los recibía más por conmiseración que por negocio los fue apilando en su cubículo y un día decidió dárselos al huésped para que le leyera y le recodara cómo era leer.

         Me gustaría pensar que tantos jóvenes que aún crecen sin brújula, puedan tener la suerte de encontrar alguien que les diga: léase esta vaina, por esto, por esto y por esto. A veces son los mayores, a veces los maestros, a veces son los amigos, a veces son los libreros. Me gustaría pensar que esos jóvenes, ante todo, puedan tener a mano una librería. Y que esos templos no están a punto de ser declarados especie protegida en vía de extinción.

Recetas para estar vivo

(Publicado el 17 de mayo de 2019

El que no está en las pantallas no existe, se ha dicho acerca del rectángulo que se sienta frente a los sofás. O ahora podría decirse de los paralelogramos portátiles más democráticos. ¿Y el que está en el papel existe? ¿Y el que lee en papel está vivo? Pues también. Pero nos la pasamos más frente a la pantalla. Son los tiempos, my friend. Somos los más activos en la red del cuerno telefónico blanco con fondo verde, somos los más felices en la red de la efe blanca sobre fondo azul, los más glamorosos en la red de la cámara con fondo incierto, los más lúcidos en la del pajarito azul. Y así, enredados en las redes, pulgar a pulgar, minuto a minuto vivimos en el trasmallo de la virtualera real.

          El “To be or not to be” por el “Click or not to click”. Qué otra salida tenemos DonCheckspier. Aparecer o no aparecer, esa es la pregunta. Existir, respondería el vivo.

          Pues eso y amparado en eso inauguro WEB para mostrar mi trabajo y para buscar trabajo. Para mostrarme escondiendo lo escondible. Y los cito cada viernes a una especie de vis à vis en este BLOG, donde se desempolvarán textos y se crearán nuevos con la sola intención del solaz; saldrán párrafos desprovistos del veneno y de la inquina, aunque la ponzoña y la toxina teñirán la palabra en otros tonos.

          No me queda claro del todo. ¿Mostrarnos para existir? ¿Vivir mostrándonos? ¿Escribir para que nos lean? ¿Leer para que nos escriban más? Las dos, las cuatro, pero ante todo leer; y si es en papel mejor, a la antigua, que tampoco ha pasado tanto tiempo ¿cierto HerrGutenberto? Leamos, sentados, sobre esa cosa rectangular blanca, así vivamos empantallados; leamos, así sea la etiqueta del refresco que nos hará daño mientras nos quita la sed, el lomo del tomo tercero de una enciclopedia que bosteza huérfano en una venta de segunda. O de pronto, cuando no haya nada más que hacer, leer la novela de un advenedizo.